Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento testifican claramente que la caída en pecados sexuales trae nefastas consecuencias físicas, emocionales, morales y espirituales a la vida de los que se dejaron atrapar.
📌 El primer paso a la victoria siempre es el arrepentimiento.
Este acto de contrición tiene que ser sincero; tiene que llevar los frutos del arrepentimiento: tristeza profunda y un cambio radical de vida. Reconocer o confesar el pecado es incompleto si no va acompañado de acciones (Prov. 28:13; Stgo. 1:22-25; 4:8-10).
Si no hay quebrantamiento del corazón que se había endurecido y la consciencia cauterizada, no es el arrepentimiento. Dudo que cualquier que admita su pecado sin lágrimas haya entendido que el pecado es una terrible ofensa, primeramente a Dios y Jesucristo y en segundo lugar a otros.
El pecado sexual suele dañar al cónyuge, a la otra persona involucrada y a las familias (tanto las carnales como las relaciones espirituales). Este pecado es aún contra el propio cuerpo de uno. Cómo el diablo goza de la caída sexual que hace tanto daño humano y al Nombre y la honra del Señor que son arrastrados por el lodo del escándalo. Lo que parece ser un pequeño desliz placentero llega a ser una caída estrepitosa de terribles alcances consecuenciales.
Con razón, el arrepentimiento verdadero tiene que ser el primer paso.
📌📌 El segundo paso es esencial también. La puerta tiene que cerrarse definitivamente.
Esto implica un rechazo a Satanás y sus mentiras que se creyeron (como en el huerto de Edén). Por la fe en la sangre preciosa de Cristo Jesús podemos declarar nuestro perdón y limpieza de toda maldad (I Juan 1:7-10). Contra las acusaciones del diablo tenemos el testimonio de la sangre del Cordero (Apoc. 12:11) y la defensa de nuestro Gran Abogado, Jesús mismo (I Juan 2:1,2).
Ahora, en base de Su perdón el diablo y sus demonios pueden ser rechazados y resistidos para que tengan que huir de la casa donde han logrado una entrada.
Esta declaración de victoria debería ser en voz alta y basada en las promesas de Cristo y nada más(Stgo. 4:7; I Pedro 5:8,9). 📌📌 ❗Si alguien encuentra dificultad en decir estas palabras en voz alta, debería buscar la ayuda y el apoyo de un cristiano fuerte para hacerlo.
Es esencial sacar al enemigo a patadas con la Palabra de Dios y cerrar esa puerta con una identificación plena con la cruz de Cristo. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo mas Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál. 2:20).
La lectura de pasajes como Romanos 6:1-13, Efesios 4:20-24 y Colosenses 3:1-10 ayudarán mucho en este segundo paso de cerrar la puerta contra Satanás.
El tercer paso es vital: mantener la puerta cerrada.
Aquí es donde muchos fallan después de un verdadero arrepentimiento, confesión y tristeza, después de declararse perdonados y de demandar que Satanás se retira. ¿Por qué? Porque piensan que “ya estuvo”, que ya no van a tener más problemas… y vuelven a abrir la puerta. Mientras vivimos en “este cuerpo de pecado” vamos a tener tentaciones. El tentador llega y entrará otra vez donde se deje la puerta sin llave o entreabierta.
En el próximo estudio aprenderemos ¿Cómo se mantiene cerrada esa puerta de la sexualidad?